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Poesía

 

Las Jardineras

-¡Córtales la cabeza!- ordena Dora

-¡No! ¿Cómo puedo hacer eso?- se lamenta Juana

- Córtalas, emprolíjalas, ¿no ves cómo afean el ramo?

- Pero siente cómo exhalan todavía su perfume,

siguen latiendo aún.

- Por eso mismo- clama Dora

-están ahogando a los pimpollos,

les contagian su melancolía.

-Oh, letanía ingrata,

Aún pujan por vivir.

-¡Córtales la cabeza!

No vaya a ser que desangren

Las nuevas fuerzas.

Corta ya el drenaje impío

Sutura la vena herida

Y con un paño fresco

Da de beber a la nueva vida.

 

Juana sigue insistiendo:

- No puedo, lloran de alegría.

Y Dora: - Tu sangre es la mía.

Las cortaré yo

No sea que desperdicie

Tanta energía.

 

Y así lo hizo Dora

Y la maceta preciosa quedó

Con rosas pujantes,

Tiernas, turgentes,

De colores intensos, brillantes y fuertes.

Lo que Juana nunca develó

Es dónde la vieja rosa quedó,

Abonando la tierra fértil

Que a la raíz alimentó.

Las penas, chamuscadas, dolientes,

Incorpóreas al suelo penetraron

Y al tallo muriente brindaron

Un arcoíris de miel y poesía.

 

Silvia Munton, agosto 2013

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