¿Qué sería de nosotros sin el tiempo?
Ese verdugo que nos corre, también puede ser nuestro aliado. Cura heridas, olvida engaños, agranda ídolos, recuerda ternuras, cuando la razón ha olvidado el nombre y la cara.
El tiempo oxida pero también florece, el tiempo húmedo cruje los huesos y el tiempo lindo purifica los sesos.
¿por qué será que una misma palabra designa el tiempo que pasa y el tiempo ambiental?
Es el tiempo de los planetas que giran incansables que determina nuestro clima, y allí: ¡a bailar!
Cómo enfrentamos ese tiempo es lo que marca nuestra vida: humores y determinaciones, si multiplicamos o nos estacionamos.
En el péndulo incesante del tiempo que gobierna, juguemos a la mancha, a la escondida, a la rayuela.
Que el tiempo fermenta las uvas, añeja los vinos,
Descompone a los muertos, madura los frutos,
Convierte en cisnes a los patitos feos,
Regala nietos, acumula experiencia, que bien vivida, es sabiduría,
Aplaca la ira, se perdona a sí mismo,
Ralentiza miopías para ver de más cerca,
Frena impulsos y salta como trampolín
Al próximo peldaño, sin saberlo, ni aún quererlo,
Inapelable, ciego a nuestras demandas,
Marchando sin pausa y sin prisa,
Sin comienzo y sin fin.