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Reflexiones

 

La Cenicienta II - La historia no contada

¿Qué pasará con la Cenicienta luego del “vivieron felices y comieron perdices?

¿Habrá podido calzar el zapatito de cristal el resto de su vida?

Se habrá vestido de reina sin flaquear con la cabeza alta, la visión clara, el corazón contento, el alma elevada?

¿O habrá sucumbido a sus viejas costumbres de harapos y lamentos?

De vez en cuando la vida nos sorprende con un regalo del cual no nos sentimos merecedores: “sólo hasta las 12hs”, después el hechizo se rompe. Pero la vida insiste y nos elige en el baile para el resto de la vida, y no podemos creerlo. Y por las dudas nos volvemos caminando al viejo estado, no sea que nos creamos engreídas y pedigüeñas.

Na, ¡si las hadas madrinas aparecen y desaparecen con sus varitas mágicas a capricho!

Pero la vida no claudica, y nos persigue hasta el más recóndito rincón de la tierra, y nos interpela: ¿Podrás calzar el zapato que te corresponde?

Y a pesar de las envidias ajenas y los temores a brillar, Cenicienta sale de su escondite. Y enfrenta el desafío de mostrar al mundo quién es.

¿Podrá encauzar sus virtudes serviciales en función de propósitos más amplios?

Y una vez que el mundo la aclama y ocupa el lugar adjudicado, ¿Cómo se mantendrá allí dejando la posición de víctima?

¿Cómo nos enfrentamos a las nuevas circunstancias, a los nuevos desafíos, una vez dejada atrás la vieja casilla de la comodidad?

Y seguir sembrando virtudes cuando las dificultades se complican cada vez más.  Seguir manteniendo la postura erguida ante el paso de los años.

Me pregunto si Cenicienta  no extraña sus ratones amigos, cómplices de sus desdichas. En palacio seguramente se le presenten nuevas intrigas, desconfianzas, envidia, y tendrá que hacer frente nuevamente a los cambios y exigencias que presenta el solo hecho de crecer.

Porque la vida nos llama hacia adelante, y también nos empuja desde atrás. No hay escapatoria. Por más que queramos quedarnos en el cascarón, a pesar nuestro, como Alicia al beber la pócima, crecemos desde adentro, pero la cáscara ya no. Ha llegado el fin de una etapa y el comienzo de la siguiente. Los huevos se han hecho para romperse cuando ya cumplen su función, y la semilla exitosa es la que germina, no la que queda en la tierra. Esta puede servir de alimento a los pájaros, algún propósito ha de tener. Es nuestra elección si queremos ser comidos por otros o desplegarnos a SER.

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