Ser madre es acompañar audaces aventuras
Contener el aliento, atajar las caídas.
Es dar vuelta a la calesita
Una vez y otra vez y otra vez
Ser firme en el último capricho
Compadecer deseos incumplidos
Desviar la atención previendo escaladas
Detener antes que estallen los gritos desconsolados.
Postergar los propios deseos
A favor de impacientes ansias
Robándole al sueño las propias
Entre susurros y almohadas
Sobresaltarse en la alta madrugada
Con la luz de la calle todavía de guardia
Por amoríos adolescentes tardíos
Que tumban certezas en forma de magia
Es echar amigos tortuosos
Que dañan a la ingenua inconciencia
Y bienvenir los nuevos paradigmas
Que enseñan caminos no transitados
Ser madre es esconder las lágrimas,
Emparchar las roturas, encauzar desagravios,
Integrar en ronda de amigos
los celos de hermanos, consuegros y tíos.
Y cuando sientes que las fuerzas expiran
Sacas de la nada la reserva guardada
Para hacer frente a un nuevo accidente
Sorpresa o engaño que depara la vida.
Ser madre es emparejar los platos de comida
Y a los restos otorgarles renovada frescura
Inventar recetas de pan y cebolla
Armar trajes de gala de retazos olvidados.
Es limpiar en un santiamén
Las migas y charcos, pisadas y derrames,
Forrar carpetas, terminar tareas,
Adornar cabellos, honrar escarapelas.
Ser madre es decirle a las generaciones venideras
que no se preocupen de más por lo dado
Que atiendan al futuro y presente entre manos
Ya pronto se resolverá el rompecabezas cotidiano.
Ser madre es ver a Picasso en garabatos
Promulgados por pequeñas manos debutantes
Llorar de emoción en actos escolares
Con héroes de cartón y escenas tribales.
Ser madre es equivocarse y perdonarse
Y aún así no claudicar
Aprender de los pequeños maestros
Al enseñar al pichón a volar.
S.M.M.
Octubre 2018
Escribir para honrar nuestra propia existencia.