Estar en control de la propia vida
“Estar en control de mi descontrol”
Sabias palabras surgidas de una sesión con un consultante.
De eso se trata la transformación ¿verdad?
Viejas estructuras que se derrumban y nuevas por venir. La creación a partir de la destrucción. Así vamos progresando, evolucionando, creciendo.
¿Pero qué pasa si nos quedamos en el descontrol por el placer mismo, la adrenalina que produce el vértigo, la sensación de volar más allá de todas las ataduras, condicionamientos, limitaciones humanas? ¿Qué pasa? Es el camino a la muerte total.
Una cosa es morir a viejas estructuras mientras hay otras naciendo que nos sostienen de manera más suave, más saludable, otra cosa es la muerte total que puede experimentarse a través de sustancias externas como las drogas o el alcohol…
¿Y qué pasa con los consumidores sociales? “No pasa nada”, está en boca de todos. Es de fin de semana, es para pertenecer, para divertirse, para no quedar fuera de la manada. Porque no es fácil encontrar una manada afín a la salud sin caer en el otro extremo de raros, fanáticos, dogmáticos, abstemios de la vida.
¿El punto medio? ¿El equilibrio? ¿No es aburrido? ¿Cómo no desmoronarse, ni desaparecer ni auto-excluirse en la elemental conquista de la autonomía?
Si hasta los tradicionalmente “refugios sanos” como el deporte, la música, el arte, están impregnados de la creencia de que el ser humanos natural debe transcender sus límites con todo tipo de experiencias extra-ordinarias para estirar los límites de su poder.
¿Podremos conformarnos a auto-realizarnos con el sencillo y simple acto de vivir? Acorde a la naturaleza, acorde a nuestra sabiduría interior, que si la sabemos escuchar, nunca puede confundirse con los caminos equívocos.
Dejar de lado patrones limitantes no es lo mismo que auto-destruirse. Ojalá podamos encontrar modos revolucionarios de romper con la auto-destrucción. Muchos ejemplos ya se están gestando entre los payasólogos, los abrazos gratis, las gratiferias, los libros circulantes, las terapias de la risa.
Tomemos conciencia, con todas las luces encendidas, transformando el descontrol arbitrario en despliegue armonioso de vida. ¡Salud!
