Escribir es planear futuros.
Sanación

Tiempo Libre

Tiempo libre: pasear, divertirse, aire libre, campo, pasto fresco húmedo en los pies, aroma de bosques de pino, alfombra crujiente…

Tiempo de esparcimiento, espacio que se abre al infinito.

Alegría, niñez, juegos, despreocupación, un alto en el camino en la ardua tarea de evolución.

Tiempo de soñar escenarios posibles, imaginarios, fantásticos, increíbles para el sensato desarrollo de los acontecimientos.

Tiempo de labores, artesanías, pinturas, que crean y recrean el espíritu. Algunas  útiles, decorativas, necesarias, otras: puramente expresión de necesidades internas.

Tiempo de pensar en el más allá de la cotidianeidad, donde surgen los grandes temas y preguntas existenciales y las reconsideraciones del status quo.

Y cada pregunta lleva a una llamada de atención,  una advertencia, una señal de que algo hay que cambiar.

Y uno se aquieta y surgen los temas: que las deudas, que los familiares, que el trabajo, que la profesión,  que los ideales y los proyectos, y uno se embrolla con mil ideas que solo se pinchan al volver a la hora de despertar.  ¿Cómo hacer para tomar una sola cosa a la vez, cuando cada eslabón de la cadena tironea de la otra y va sacando más y más hasta que parece que te va a ahorcar?

Y volver a la fuente. Y respirar. Recomponerse  en lo esencial. Agrandarse en la singularidad.

El momento dispara antiguas tensiones, irresueltas canciones.

Y el enterrar no alcanza. Los muertos siguen vivos. Habrá que cremar, y aún entonces volverán en los recuerdos, las misiones, las uniones indisolubles.

¿Cómo disolver,  sin cortar de cuajo, y sangrar, y herirse, y supurar y nunca terminar de drenar?

Ver, con los ojos abiertos, y luego de drenar todo lo drenable arrancar la melancolía, que no exista más. Se desplaza con la alegría, la aceptación, la confianza, la paz. Y la ansiedad se disipa como se van las nubes en un día de sol. Y uno no puede recordar la lluvia y el frío cuando está contento de calor.

Y el amor mana desde adentro, y llega la sonrisa, la calma, la seguridad.

Y hay lugar para el deleite, la bienaventuranza, el disfrute del misterio que aparece en el tiempo libre, que ya no es más vacío, sino poblado de infinitas vivencias renovadoras.

Lic. Silvia Munton

Noviembre de 2013

 

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