Dios llega a la cueva de Lázaro, lo ve tirado en su rincón
- Toc toc, ¿Quién anda allí?
- El que conoces, el de siempre
- Y ¿quién es ese?
- Pues, no lo sé
- Toc, toc, ¿quieres saber? No me mires a mí
- ¿A quién otro he de mirar?
- Busca adentro tuyo
- Sólo encuentro vacío. No sé con qué llenarlo. Nada parece suficiente.
- Es que de tanta tierra que le echaste encima estás ahogando la semilllita que ni viste allí dormida.
- ¿Y cómo despertarla? Eso sí que no puedo
- Toc toc ¿quieres poder?
- Si es el poder lo que me han quitado
- Pues bien, para despertarla, ámala. Reconoce su existencia. Riega, con paciencia, con ternura, con cuidado. Dale aire, luz y solita se prenderá a la tierra, echando raíces y brotes, poco a poco, creciendo desde adentro. Nadie puede saber de afuera qué contiene la semilla adentro. Es creciendo como se desenvuelve, se despliega, elige caminos, se transforma.
- ¿Y cuando le corten las ramas los fuertes vientos? ¿y quede tullida y reseca?
- Sigue amando desde dentro,
el corazón sigue latiendo hasta el último aliento,
y más allá, sigue amando.
De toda la Fuente inagotable de riquezas
La que perdura es el Amor
Ama con grandeza
Ama hacia afuera
Ama desde adentro
No hay mayor fuerza en el mundo
que el milagro del amor.
Mueve montañas
Repara los huesos
Reconecta y busca nuevos caminos de encuentro.
Dice NO al tormento
Presta bastón a los caídos
Y con voz perentoria clama
“¡Levántate y ama!”
Silvia Munton
abril 2015