El Aguila
¿Quién soy?
¿Cuál de todas, si alguna, es mi verdadero ser?
Es cierto, ninguna en sí,
Solo el ojo del huracán, silente y poderoso,
Sosteniendo todos los hilos de esta cometa,
Lanzando rayos de luz, como un vórtex energético,
Que acompaña cada parte, cada chakra, cada instancia.
Soy un águila surcando el cielo
Con vista panorámica otea el horizonte,
Y allí donde el iris la presa capta
Su cuerpo se dirige, manos a la acción.
Las garras firmes ahíncan, se inmiscuyen
Y lijan la puerta rústica, herrumbrada.
Las alas envuelven risueñas
Las fantasías de la niña imaginaria.
El corazón estalla de amor
en mil pedazos en derredor
El vientre cobija la cría
La alimenta y alienta en sus trinos.
La voz esparce sus huellas
Consejos, decisiones, pedidos y risas.
Las sienes palpitan trémulas
Con los miedos y angustias del desconocimiento.
La frente mira más allá
Y comprende, se recicla.
Y el haz de luz penetra, se expande, transforma, se hace carne.
Vuela, águila, vuela,
Grácil, serena y audaz
Que tu estela brille fugaz,
El límite lo pone el cielo.
En búsqueda incansable de nuevos rumbos, lejanos destinos
Exprimiendo su propósito al máximo potencial
Sin desperdiciar la mínima oportunidad
De ejercer su bravura
Servir a la humanidad
En lo más profundo, íntimo, oscuro,
Ayudando semillas a germinar.
Las burbujas de otros tiempos
Alivianan el descenso
La confianza en la luz es la que tolera el drama
Que desvanece al alumbrarla con nuevos giros y perspectivas
Abriendo puertas y ventanas
Estrechando lazos de antiguas heridas.
Es cierto, ninguna en sí,
Sólo el ojo del huracán,
Pero mientras viva aquí,
Coraje al timón de vientos alisios.
Silvia Munton
Escritoterapia, diciembre 2015