Tesoro
Oh, angelito mío, quédate allí
Allí donde las sombras no te llegan
Allí donde todos te veneran.
Encerrado en tu pompa de cristal
Invulnerable a los vaivenes humanos
Siéntete seguro e inviolable.
No te dañarán los impúdicos truenos
No te destituirán los mudos rebeldes
Allí no existe el tiempo.
El amor angelical
Continuará indeleble
Brillando eternamente
En la oscuridad.
Quédate allí donde yo pueda
Echar mano de tu compañía
Al cerrar los ojos;
No rompas el hechizo
Con dudas y preguntas;
No te vuelvas real a tus encrucijadas.
Sueña inmóvil y no me dejes
Caer en la desilusión.
Silvia Munton, agosto 2013